En un mundo en el que los dispositivos electrónicos son esenciales en nuestro día a día, la economía circular emerge como una herramienta fundamental en nuestra lucha por preservar el medioambiente y garantizar la salud y prosperidad del planeta y las generaciones venideras. En este contexto, existe una urgente necesidad de transformar nuestra forma de consumir, producir y desechar los dispositivos electrónicos. Su consumo, de hecho, conlleva afrontar unos altísimos niveles de producción para responder a la siempre creciente demanda. 

Según un estudio realizado por ANOVO en 2023, los españoles utilizamos una media de entre cinco y seis dispositivos electrónicos al día, siendo el teléfono móvil el más utilizado, según el 88% de los encuestados. Además, los datos recogen que el 96% de los españoles posee, al menos, un smartphone, y que el 44% de los encuestados posee hasta 2 dispositivos móviles.

A esto hay que añadir que el tiempo medio de renovación de los dispositivos móviles en nuestro país se produce cada 18 meses de media, por el fenómeno conocido como obsolescencia percibida. Además, tan solo 1 de cada 3 encuestados (el 29%) opta por el reciclaje cuando percibe que su dispositivo ha quedado obsoleto o decide renovar su dispositivo y, tan solo el 17% opta por la reparación o reutilización.  

Este elevado consumo genera un volumen de desechos sin precedentes: en España se desechan alrededor de 20 millones de dispositivos móviles, lo que supone unas 2.000 toneladas de residuos, con el consiguiente impacto negativo en el planeta. Y, según estimaciones de las Naciones Unidas, solo en 2022 se generaron alrededor de 60 millones de toneladas de residuos electrónicos, conocidos como e-waste, de los cuales únicamente el 20% se recicló de manera adecuada.

Estas cifras son realmente alarmantes, pero lo peor es que, si no se toman las medidas adecuadas, irán a más, pudiendo alcanzarse los 75 millones de toneladas de residuos en 2030, aumentando la incidencia del efecto invernadero y sus consecuencias asociadas, como son el aumento de la temperatura global, eventos climáticos extremos y la pérdida de la biodiversidad. Por eso, es necesario abordar este problema ya para asegurar un futuro más sostenible. 

La respuesta: economía circular

La economía circular, por definición, minimiza la generación de residuos y mantiene los productos y materiales en uso durante el mayor tiempo posible. La implementación de las prácticas adecuadas en economía circular contribuye de forma directa e indirecta al logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. En lugar de seguir el modelo lineal de 'usar y desechar', la economía circular fomenta la reutilización, el reciclaje y la regeneración de los recursos. 

En ANOVO estamos comprometidos con impulsar la transición hacia esta economía circular en el sector de dispositivos electrónicos. Esto implica la prolongación de la vida útil de los productos a través de reparaciones, adecuaciones y actualizaciones, fomentando la reutilización de componentes y materiales, y garantizando un proceso de reciclaje responsable para aquellos productos que han llegado al final de su vida útil.

Sin embargo, el éxito de la economía circular no recae únicamente en las empresas, sino que requiere de una colaboración activa entre gobiernos, industrias, organizaciones y consumidores. Los gobiernos deben establecer políticas y regulaciones que fomenten prácticas circulares y desincentiven la producción desmedida y el desperdicio. Las empresas deben asumir la responsabilidad de diseñar productos con consideraciones de circularidad desde el principio, y los consumidores deben optar por productos y servicios que respalden este enfoque.

En este contexto, instamos a todos los actores a unirse en nuestro compromiso compartido con la economía circular. Es hora de avanzar hacia un futuro sostenible donde la prosperidad esté en armonía con la salud de nuestro planeta. Juntos, podemos construir un mundo más justo, equitativo y sostenible para todos. Merece la pena, ¿verdad? ¿Te unes?

*** José García Martínez es CEO de Anovo.